Sobre ciudades sin final feliz y maldiciones de generación en generación Capitulo 1: Recuerdos, dudas y fugas

A partir de ahora la historia sera narrada en tercera persona en lugar de primera como en el prologo. Tengo mucho que aclarar pero prefiero hacerlo al final del capitulo. Solo lean.
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9 meses después 
            No sabía cómo escapar de aquella pesadilla. Sus brazos y piernas estaban atados a la húmeda silla con demasiada cinta adhesiva y una mordaza cubría su boca. Siempre veía películas y series policiacas en las que muchas veces el rehén se libraba luego de realizar una serie de trucos. Le parecía tan fascinante verlo en televisión pero nunca pensó que algún día estaría en ese lugar. Las circunstancias eran demasiado diferentes a como pensaba que eran los secuestros. Primero porque no era un héroe experto en defensa personal acostumbrado a las situaciones de esa índole de forma que escapar de ellas se le hacía tan fácil como tomar un vaso de agua; él era un niño de siete años. Y aunque tuviera la oportunidad de escapar sería muy difícil hacerlo frente al responsable de tenerlo en ese estado. El hombre frente a el poseía un aura maligna acompañado de un carácter tan sádico y cruel que el niño no podía sino temblar y cerrar sus ojos con la esperanza de que fuera un grotesco sueño. El demente se paseaba de un lado al otro con un pequeño cuchillo, la situación parecía divertirlo. Sin avisar retiro con fuerza su mordaza.
-          Veo que, se está acabando el tiempo límite y aun no llega el dinero. Al parecer tus padres no te quieren y no eres tan importante como una gran suma de dinero. – Reía con crueldad ensenando su podrida dentadura. El pequeño se encontraba tan asustado que se orino en los pantalones y lloro convulsivamente.
-          Ya no llores Panchito, tu y yo nos vamos a divertir mucho. – El mayor le hablaba en tono de falsa empatía.
-          ¿Co-co-como sa-bes mi nom-nom-bre? – Dijo el menor casi ininteligible debido a sus sollozos.
-          Se muchas cosas chiquillo, muchas más de las que crees. Ahora pórtate bien que esto tomara mucho rato. – El hombre hundió su cuchillo en el brazo izquierdo de Pancho traspasando su piel pero sin ser un corte demasiado profundo. El niño daba aullidos por el dolor e intentaba retorcerse pero era una tarea imposible porque estaba imposibilitado de sus extremidades. Solo quedaba rogarle a dios que lo liberara de ese martirio.
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-          ¡SUELTAMEEEEEEEEEE POR FAVOOOOOOOOOR! ¡TEN PIEDAAAAAAAAAD! – Gritaba un joven adolescente en su cama mientras forcejeaba y trataba de liberarse de un ente imaginario. Los gritos eran escalofriantes y parecía que en cualquier momento perdería la voz. Tanto ruido alerto a sus padres que irrumpieron a la habitación precipitados.
-          ¡Francisco! Hijo, ya estoy aquí contigo déjame ayudarte. ¡Ayúdame a sujetarlo Cesar! – Grito la madre del joven a su acompañante; una mujer de la cual no se podía precisar cuál era su edad pues parecía como si la angustia hubiera ocasionado que todos los años del mundo le cayeran encima. – Toda estará bien amor mío, estas a salvo. – Ella sujetaba firme a su hijo pero tratando de transmitirle amor y calma en esas bruscas caricias. Lloraba, pero intentaba disimularlo para no hacer más pesada la carga de la situación.
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La melodiosa sinfonía de Carry your cross and I’ll carry mine le dio unos buenos días a una joven adulta. Su primer pensamiento al comenzar la mañana fue que había sido una buena idea poner de alarma esa canción que tanto adoraba. Su segundo pensamiento fue que debía apurarse a llegar al trabajo. Apagó la canción y se dedicó a tener un día lo más normal posible. Un sentimiento irónico le llego por unos pocos segundos y fue el hecho de que igual seguiría yendo al mismo lugar que visitó durante tres años con la única diferencia de que antes iba a estudiar y ahora iría a cumplir un empleo de medio tiempo. No le agradaba demasiado, pero fue una oferta que al llegar no pudo desperdiciar. Lo único que verdaderamente la entusiasmaba a ir era ver a sus pocos y mejores amigos. Llego unos minutos después que todos los alumnos entraran a clase, lo cual significaba que tendría que esperar a mediodía para ver a ciertas personas. Suspiró y seguido cumplió con sus deberes de bibliotecaria con paciencia. Las horas pasaron, y ello significo poder disfrutar del tiempo libre con los suyos. Ni siquiera tuvo que dar dos pasos fuera de la biblioteca para encontrarse con una agradable aunque desconcertante sorpresa.       
-          ¡Ari! ¡Pero que hermosa te has puesto en tan poco tiempo! – Dijo una chica castaña luego de que se le abalanzara encima y la abrazara con tanta fuerza que casi la deja sin aire. - Ya no puedo esperar a que te vea Chris, se la pasa preguntando por ti a cada momento. Ya sabes cómo es el, le gustan las mayores. Hablando de eso, este fin de semana Kiara y yo vamos al pub que recién inauguraron en la calle Turquesa. ¿Sabes lo que quiere decir eso? Que habrá muchos chicos mayores de dieciocho y de seguro podrás salir con alguno. Porque mírate, eres tan guapa que puedes estar con quien se te antoje. Y antes de que repliques déjame informarte que la razón por la que podremos entrar es que llevo una semana de novia con el encargado del lugar. Deberías conocerlo, él es tan… - La receptora ya se había distraído desde hacía mucho con el parloteo de su amiga. Siempre era así, hablaba y hablaba sin parar ni tomar aire. En ese aspecto era todo lo contrario a ella, toda la vida fue una chica de pocas palabras. Aun con esas diferencias la adoraba muchísimo.
-          Es suficiente Rocío, no has dejado que ni siquiera salude a Kiara. – La interrumpió sin rudeza, al contrario, lo hizo con toda la amabilidad que la caracterizaba. Se volteo y le sonrió a su otro amiga para después abrazarla. - Mi leona te he extrañado muchísimo.
-          Yo te extrañé mas maldita, nos abandonaste. – Le contesto con sorna para luego golpear el brazo de Ari, ella ya estaba acostumbrada a ese trato brusco de parte de Kiara.
-          Lo sé, no merezco perdón. Pero creo que saben cómo he estado todo este tiempo y que por ello no pude casi estar con ustedes. – Su tono de voz se volvió sombrío al decir esas palabras. No lo dijo con molestia hacia sus acompañantes sino hacia la vida misma por permitir que sucediera algo de tal magnitud.
-          Ariadne, lo siento mucho. Creo que me sobrepase esta vez, no medí mis palabras. – Se disculpó Kiara; ella era una joven muy alta y con contextura fuerte, de tez morena, corto cabello negro, ojos verde claro y apariencia intimidante. A pesar de su aspecto tenía un lado cariñoso y sobreprotector que solo sus dos únicas amigas conocían.
-          No te preocupes, no es tu culpa. ¿Qué les parece si hablamos y nos ponemos al día en la cafetería? – Respondió Ari y cambio su semblante a uno relajado y amigable. Rocío la miro con ternura, Ariadne despertaba un sentimiento en ella que solo su hermano menor había logrado: el de la maternidad. Quería protegerla de todo mal, quería poder borrar la tristeza en los ojos de su mejor amiga para siempre
-          Entonces vamos, ya verás que el almuerzo te hará sentir mejor. – Dijo Rocío llevándola del brazo. Ella era de aspecto alegre y risueño, tez bronceada, de ensortijado cabello castaño y traviesa mirada verde con tonalidad tan parecida a la de Kiara que podrían pasar por hermanas.
-          Las quiero mucho chicas. – Dijo Ariadne con emoción en su voz y tratando de retener el llanto.
-          También te queremos mucho Ari. – Le respondio Kiara con todo el amor que pudo expresar. Ese sería un muy largo día.
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¿Cómo llego a esa calle? Ignoraba en que momento decidió tomar la ruta que lo llevaría a su lugar menos favorito de la ciudad pero más ignoraba aun que era un sitio que explicaba mucho de su pasado, presente y futuro. Recorrió las paredes blancas de esa casa con sus ojos y frunció el ceño. Desde siempre sonó con ese lugar y no solo eso, estaba seguro de que ese recuerdo era real, no un simple sueño como cualquier otro. En esos últimos días la frecuencia de esa pesadilla aumento y cada vez con más detalles. Siempre era la misma secuencia: dos personas desconocidas llevándolo de la mano a ese lugar, una mujer mayor ofreciéndole asiento amablemente, un fuerte golpe en la cabeza para luego quedar inconsciente y al despertar ver las preocupadas miradas de sus padres. De todas formas no estaba seguro si en realidad sucedió y eso hacía que no tuviera el valor de decirle a alguien. Tanto rato se quedó observando la casa que la dueña del hogar salió para ver en que podía ayudar a ese joven. El la reconoció como la protagonista de su sueño o recuerdo, como fuera.
-          Te conozco, tu eres Ernesto, luces idéntico a tu padre cuando tenía tu edad. Dime, ¿se te ofrece algo? Llevas mucho rato aquí. – Le dijo la mujer mayor con una amable sonrisa. El adolescente no se molestó en ser cortes y se marchó sin decir palabra. Supo entonces que sus dudas eran verdaderas y que detrás de ello se escondía un misterio grande y perturbador: ese acontecimiento que tanto se repetía en su memoria tenía que ver con la muerte de Kevin.    
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Héctor termino la clase de matemáticas exhausto, definitivamente era una materia que no se le daba bien. Para fortuna suya las demás le resultaban muy fáciles, al parecer su último año en la escuela era pan comido. Salió del salón con prisa pues por alguna extraña razón no estaba de ánimos para lidiar con el tumulto de mujeres que lo rodeaban a cada hora. Lo único en su mente era ir a la cafetería a saciar su hambre con lo que hubiera. Además, había cierto asunto de su pasado que daba vueltas en su cabeza. Debía actuar de una vez antes de que el tiempo se le agotara. Estaba seguro de que su hipótesis era cierta, y por honor a quien fue su primo y uno de sus mejores amigos era hora de buscar respuestas a las incógnitas que se quedaron en el aire. No quería seguir con su vida y olvidar todo lo que sucedió en los anteriores meses. Ahora una pregunta rondaba en su cabeza llevándolo al borde de la desesperación. ¿Cómo reaccionarían sus primos al enterarse del plan que pensaba llevar a cabo? La probabilidad de que lo ayudaran era muy baja. Francisco ya tenía demasiados problemas como para involucrarse en un asunto tan escabroso, Ernesto era un hijo de puta que a pesar de que sabía mucha información no la quería decir y por ultimo estaba Ariadne, el había notado su actitud desde hacía tiempo. Era obvio que ella quería rehacer su vida, sufrió tanto en el pasado que pretendía hacer de cuenta que nada ocurrió. Aun así la esperanza era lo último que se perdía.
Como si lo atrajera a través de la mente, encontró a Francisco justo cuando entraba a la cafetería. Al acercarse noto a su primo ligeramente diferente que de costumbre. Estaba muy pálido por lo cual se acentuaban las ojeras que adornaban sus ojos color miel.
-          Hola Pancho, ¿Cómo andas? – Le pregunto casual Héctor.
-          Bien, bien, nunca he estado mejor. ¿Por qué no podría estar así? – Francisco sonrió con nervios a lo que su acompañante suspiro con frustración. Pancho era muy malo ocultando sus problemas, toda la familia tenía conocimiento de su estado. Le dolía demasiado ver a su primo así, en diez años la situación no mejoraba mucho, el seguía igual.
-          Mira, allá esta Ari con sus amigas. – Le dijo Héctor con clara intención de cambiar el tema. - ¿Qué crees si almorzamos con ellas?
-          Me parece bien. Aunque creo que la verdadera razón por la que quieres ir se llama Rocío, ¿o me equivoco? – Pregunto el ojimiel con picardía.

-          Eso que importa, vamos. – Jamás admitiría la realidad, le había tomado un año definir el sentimiento confuso que albergaba su corazón. Hasta cierto punto era realidad que le atraía Rocío. Era imposible no fijarse en ella siendo la chica más hermosa de la escuela. Pero eso era una excusa para ocultar sus verdaderos sentimientos: amaba a Ariadne. Su propia prima se convirtió en la persona por la cual daría la vida misma. Compartió tanto tiempo a su lado que en algún momento comenzó a verla como la persona que realmente era. Ari siempre fue hermosa por fuera; poseedora de una piel pálida, ojos oscuros, lacio cabello rubio oscuro siempre bien cuidado, talle delicado, rostro aniñado y porte elegante. Pero su interior era mayor que todo eso. De su prima adoraba su amplio conocimiento en campos como la psicología, literatura, filosofía, historia, antropología, música, religión y arte, entre otros. También la enamoro su personalidad tan madura, seria y amable pero retraída e introvertida a la vez. Poco le importaba el hecho de que Ari padeciera de un extraño trastorno mental, eso incluso la hacía más especial a sus ojos. Se odiaba a si mismo por tener esa clase de pensamientos hacia alguien que  lo quería con inocencia. Esa fue una de las razones por la cual se convirtió en un asqueroso y depresivo drogadicto. Porque aunque por fuera se viera limpio y radiante, por dentro sentía como se pudría poco a poco. Misma pudrición que se llevaría a la tumba.
 Fin del Capitulo 1
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Entiendo que esta mierda no les haga sentido pero ya a partir del proximo capitulo todo sera con un mejor orden cronologico. No quede demasiado convencida con este primer capitulo pero bueno, me esforzare mas con los proximos. Gracias por leer.
 P.D. La cancion que escuchaba Ariadne al despertar es Carry your cross and I'll carry mine de Tiamat. Lo digo por si a alguien le interesa :)

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