Nocturnas

Cuento escrito como tarea para el curso Teoría y practica editorial. Que lo disfruten. 
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            Eran más de las diez de la noche y Ana caminaba apurada hacia su apartamento. Estaba sin auto, porque este se había averiado en medio de la autopista hacía una semana atrás y tuvo que llevarlo a reparar. Sabía que se estaba arriesgando a que cualquier subnormal intentara asesinarla o violarla, pero ya había decidido que saldría de su trabajo como mesera en tren y para eso tenía que caminar algunas calles.
No tenía otra opción. 
Una sensación fría en la espalda la sobresalta, seguido de un “dame todo lo que tengas de valor, no intentes escapar o pasarte de lista porque halaré el gatillo”. El gesto de desconcierto de ella duró pocos segundos para sustituirse por una sonrisa burlona. En menos de un segundo, el ladrón yacía en el piso aullando de dolor y observando con horror su brazo fracturado.
-          A mi me parece. - Dijo Ana volteando con parsimonia. - Que quien ha intentado pasarse de listo, ¡eres tu! - Con la misma rapidez agarró su cuello usando solo sus dientes y con un brazo volteo la cabeza hacia atrás. Matándolo al instante.
-          Novato. - Fue lo que susurró mientras veía el cuerpo caer. Saboreó el trozo de carne humana que aún tenía en la boca y se marchó con tranquilidad, como si no hubiera sucedido algún incidente.
Cinco minutos después ya había llegado a su residencia. Desde lejos se veía elegante y espaciosa aunque el color gris de sus paredes y las cortinas negras le daban un toque macabro. Abrió la puerta principal encontrándose con Gabriela, su hermana mayor. Estaba en la sala comiendo solo con las manos lo que parecía ser a simple vista carne cruda.  
-          ¿Quieres? - Extendió los brazos a su hermana menor, ofreciéndole de su comida.
-          No, gracias. Ya comí. ¿A que no adivinas qué me pasó mientras venía? - Gabriela hizo un gesto de que prosiguiera hablando, pues era tanta la comida en la boca que no podía hablar. - Un idiota intentó asaltarme. - La mayor lanzó una sonora carcajada, casi ahogándose con la carne.
-          ¿Y cómo le fue?
-          Terminó con un brazo roto y el cuello torcido. Aproveché la oportunidad y me alimenté un poco de él. - La mayor seguía riendo ante el relato. No dijo nada hasta que terminó de comer la carne.
-          Pudiste haber evitado eso desde un principio. ¿Por qué no rentaste un auto o me pediste que te buscara? No es como si tuviéramos mucha escasez de dinero.
-          Me gustan los paseos nocturnos, eso es todo. - Se encogió de hombros restándole importancia. -Sabes que nosotras no tenemos que preocuparnos porque nos asesinen, roben o violen. Además, liberé a la sociedad de un delincuente. Hice una buena labor social.
-          Ana. - La mayor pronunció el nombre de su hermana dejando de sonreír al instante. Reemplazando el gesto con una expresión de severa seriedad. - Lo que hiciste estuvo bien, él se lo buscó. Sin embargo, esto no puede volver a repetirse no importa qué. No podemos exponernos de esa manera. Cada año que pasa tenemos que ser más cautelosas. - Ana se mordió los labios y cerró ambos puños con vigor, conteniendo la rabia.
-          !Ya lo sé! - Exclamó para luego caminar en círculos por la sala. - Sé del peligro al que nos enfrentamos desde el siglo XVIII. Todo este progreso, todos estos  avances tecnológicos, toda esta innovación nos ha jodido y ha matado a muchos de nosotros. Creo que esta cacería ha dejado más muertes que las que hubo en el Medioevo. Nuestro futuro es incierto Gabriela.
-          ¿Sabes lo que me ocurrió hace una semana en el trabajo? - Interrumpe la mayor. - Mientras organizaba unos utensilios de cocina en el pasillo seis, veo que hay un cliente discutiendo con Rafael, un compañero de trabajo. La pelea fue volviéndose tan agresiva que algunas personas que se atravesaban comenzaron a grabarlo desde los celulares. Yo estaba cerca, así que tuve que esconderme.

-          Esto es horrible. - Sollozó Ana. - No pensé que sería tan difícil ser vampiro en el siglo XXI. Tenemos que cuidarnos de las fotos y videos porque nos delatarían, pues no nos reflejamos en ellos. A cada momento tenemos que cambiar de identidad, residencia y lugar de trabajo para no despertar sospechas. A pesar de que el que la luz del dia nos mata es un mito, tenemos que protegernos en exceso de los rayos del sol porque nos debilita demasiado. Y vivir en este país no ayuda demasiado. Extraño tanto el frío de Noruega.
-          Por eso no tienes que preocuparte demasiado. Llevo planeando nuestro próximo destino desde hace días. Se acerca el verano en Puerto Rico y tenemos que irnos antes de que llegue.
-          ¿Quieres recordarme porqué hacemos esto? - Dijo Ana con neutralidad. Gabriela en cambio, la observó con mucha tristeza.
-          Lo hacemos por Lázaro. - Ante la mención de ese nombre, Ana se tensó y dejó escapar algunas lágrimas. -   Descubrieron su identidad, lo atraparon y le clavaron una estaca al corazón. Le prometimos que haríamos todo lo posible por protegernos y por eso tuvimos que huir. Han pasado años pero yo todavía lamento su muerte porque realmente le tenía cariño. El era como un hermano para mí, especialmente porque se veía que de verdad te amaba.
-          Y yo lo amaba a él. Ha sido mi único novio, mi único amor. - Ana comienza a llorar , por lo cual su hermana se levanta para abrazarla.
-          Tranquila, todo estará bien. Necesitas despejar tu mente, ¿qué te parece si vamos al Local? Escuché que hoy es noche de góticos. - Ana ríe con suavidad dentro de su llanto.
-          Góticos; ellos son las víctimas perfectas. Siempre caen tan fácil.
-          Sí y de una vez podemos divertirnos un rato. Habrá música de Joy Division, The Cure, Christian Death y tu banda favorita…
-          Bauhaus. - Interrumpe la menor. - ¿Recuerdas cuando en la década de los 80 íbamos a verlos en Londres?
-          Claro que lo recuerdo. En especial no he olvidado cuando Peter Murphy te invitó a subir a la tarima para que bailaras con él, fuiste la envidia de toda su fanaticada. - Ana comienza a reír con fuerza.
-          ¿Y qué me dices de aquella vez en que le causaste un ataque de epilepsia a Ian Curtis? - Gabriela se sonroja con violencia pero luego de unos segundos ríe junto a su acompañante.
-          No me lo acuerdes. Fue uno de los momentos más vergonzosos de mi larga vida. - Gabriela sigue riendo. - Entonces qué dices. ¿Quieres ir? Te noto ahora más relajada.
-          Sí, solo dame unos minutos y salimos. Iré a cambiarme. 
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La atmósfera era de puro desenfreno. Esa noche los estimulantes y los alucinógenos corrían de mano en mano a gran velocidad. Nadie parecía estar incómodo a pesar de distinguirse por ser un espacio reducido. La ropa oscura y el maquillaje exagerado predominaban en el Local. Lucas tomaba una Heineken sentado en uno de los sofás, justo al lado de una pareja que se besaba sin pizca de pudor. Pocas veces podía encontrar un lugar tan exótico como ese, así que prefería perder unos minutos extasiándose con el panorama antes de llegar al motivo de su visita ahí. Cuando los dos enamorados comenzaron a invadir su espacio personal se levantó y dirigió a la sala de al lado, en la que tenían música en vivo. Las luces lo aturdieron un poco pero en cuestión de segundos se acostumbró a la intensidad y velocidad de las mismas. Tenía el suficiente espacio para moverse un poco, y las demás personas bailaban en estilo libre. Deliverance de The Mission UK resonaba entre las paredes. De entre todos, quienes más le llamaron la atención fueron dos mujeres jóvenes que bailaban entre ellas. Eran las únicas que parecían estar en perfecta sincronización con la melodía de la canción, como si ya lo hubieran ensayado miles de veces. Al observar sus rostros con más atención se le escapó una sonrisa, al fin había encontrado su objetivo.
La imponente presencia de Lucas atrajo a una de las féminas como la mugre a las moscas. Contacto visual, contoneo de caderas, intercambio de fluidos salivales. La música seguía.
And the healing hand of the fairy queen will come to all
Who have faith in her
And the apple tree will bear its fruit in the gardens of avalon
Forever and again.
La acompañante no se quejó, siguió disfrutando de la música y hasta le dirigió una sonrisa cómplice a la chica que ahora estaba en brazos del alto hombre. No pasó mucho tiempo para que también un desconocido se le acercara y la cortejara. Las muchachas se dicen con una mirada que esa sería la despedida, al menos por esa noche. Entre besos, Lucas pudo obtener el nombre de la susodicha: Ana. Cuando él le preguntó si quería continuar la fiesta en otro lugar, ella accedió. Se fueron en el oscuro auto de él, y resultó ser que el apartamento estaba muy cerca. En todo momento la llevó de la mano, mostrándose galante y caballero. Le cedió el paso cuando llegaron al tercer piso, y esta haló de su camisa para darle un fogoso beso. Él la separó con delicadeza, transmitiendo en una sonrisa apenada que le diera algo de tiempo. Al entrar a la habitación Ana observó todo con estupefacción. A la derecha había una especie de mini biblioteca que agrupaba cada libro por tema. Desde ahí podía leer: ocultismo, mitología, esoterismo, paganismo, brujería, satanismo.
            En la esquina inferior izquierda se hallaba un escritorio que sostenía diversos frascos con embriones de distintas especies animales. Al fondo yacía la cama de gran tamaño con sábanas grises y negras. Por último, solo había una ventana y bastante pequeña, por lo que apenas entraba brisa. Definitivamente eso significaba para Ana que no se había equivocado de presa. Misterioso, lúgubre e intelectual. Con destreza, el fue empujándola a la cama poco a poco. Pero el gesto de satisfacción de la fémina desapareció una vez que su espalda tocó la cama. Un ardor insoportable la cubrió y grito de agonía. El anfitrión la observaba sin rastros de sorpresa.
-          Fue rociada con agua bendita.- Ni bien Lucas dijo esto, sacó un crucifijo de su pantalón y lo pego a la cara de ella. Lo cual le arrancó aullidos más escalofriantes que los anteriores.
-          He soñado tanto tiempo con desaparecerte. Por tu culpa asesinaron a Lázaro. ¿Te preguntas de dónde lo conozco? ¡Porque yo soy su único hijo! - Al instante saca otro crucifijo, más grande que el anterior y lo lleva a la altura del pecho de ella. La piel se va calcinando con rapidez.
-          Tú y tu hermana se escondieron muy bien durante todos estos años. Supieras el esfuerzo que me tomo encontrarlas. Ya estaba por rendirme, hasta que te vi saliendo de ese tren. Te reconocí de inmediato y supe que tenía que hacer algo rápido. Y por si te lo preguntas, fui yo quien le pagó a aquel infeliz para que te asaltara. Tú sola te delataste al matarlo con ese sadismo que los distingue a ustedes. - Al verla ya tan debilitada se toma el tiempo de buscar una maleta que yacía bajo la cama. Al abrirla, saca una estaca y un martillo de la misma.
-          Grábate esto con fuego en la memoria, maldita. Mi nombre es Lucas y soy un dhampiro, hijo del vampiro Lázaro y la mortal Serena. Te veré de nuevo en el infierno. - Dicho esto puso la estaca en el pecho de la no muerta y con toda la fuerza posible la golpeó con el martillo. El cuerpo de la mujer debajo del suyo se retorcía convulsivamente con cada estocada. Lucas tuvo que emplear mucha fuerza pero logró inmovilizarla. La expresión de espanto en el rostro de Ana la acompañó unos segundos para después adoptar un rostro sereno que indicaba que luego de tantos siglos ya tenía el descanso eterno. Todos esos siglos cayeron sobre Ana de repente, razón por la cual su cuerpo se deshizo en cenizas.
            Lucas buscó el celular en su bolsillo e hizo una llamada. No tuvo que esperar mucho, rápido le contestaron al otro lado de la línea.
-          Sí, ya acabo de matarla. ¿Como vas con la hermana? ...Bien… No tardaré entonces… Sí, retenla un tiempo más. La quiero viva para cuando llegue… Allá nos vemos.

Fin

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