Dolor

Tan odiado, tan reprimido, tan evitado por muchos
Cierta criatura de hebras oscuras lo perseguía por cada recoveco
Ya fuera adornando su epidermis con medialunas escarlatas
Ya fuera ingiriendo destellos amargos

Una erudita en el arte de hacer magia
Convertía la desolación en piezas que deleitaban al oído
La penumbra era la afortunada acompañante en sus lúdicos bailes

Corría tras la causa de su pesadumbre
Prescindir de la desdicha no era lo suyo
Alrededor de los árboles rezaba,
implorando que la vida siempre le diera motivos para llorar.