Venganza

Esta apenas es una introducción de escritos que se aproximan mas adelante. El personaje principal de este relato sera el único que usare constantemente en otros cuentos y de ser posible en una trilogía que pienso hacer un día de estos. Que lo disfruten.
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¿Para qué Arami habrá querido citarlo? Daba igual, para ser sincero, era algo que no le importaba mucho. Pero la curiosidad le gano al nulo deseo de ver a su ex pareja y por eso se encuentra ahí, en ese recién inaugurado cibercafé. Ya habían pasado seis meses desde que la vio por última vez. No podía parar de preguntarse como seria su reacción al verla cruzar por la puerta. De algo estaba seguro, su corazón no latería a un ritmo desenfrenado, porque ese corazón ya había encontrado dueña.

“Por favor Carlos, hay algo muy importante que debo decirte. No te preocupes, no es algo que te causara problemas con ella”.

Recordó las palabras de su anterior amante mientras observaba a su izquierda a una joven pareja. Por alguna extraña razón se vio a él con su anterior novia reflejados en ellos.

-          No seas estúpido. – Se dice a sí mismo. – Ahora estas con alguien mucho mejor.

Al levantar la vista la ve entrar por la puerta y  no evita sorprenderse. Se veía más hermosa que cuando eran novios. Su andar era más seguro y ya no fijaba su vista al piso. Le dedico una amigable sonrisa, Carlos le correspondió a la misma y pensó que de seguro ella les sonreía así a sus mejores amigos.

-          Es un placer volver a verte, amigo. – Le dijo la chica de castaña cabellera al sentarse frente a él. La alegría en su ser fue enorme al mirar sus ojos y notar la ausencia de amor hacia su persona. - ¿Cómo te trata la vida?
-          Bastante bien, cada día es mejor que el anterior. ¿Cómo te va a ti? – Carlos no supo interpretar el gesto que por una fracción de segundo adorno el rostro de su ex amante. ¿Era misterio o maldad? ¿Le estaba escondiendo un gran secreto? Decidió ignorarlo.
-          De maravilla. Pero dejando eso de lado, necesito que me acompañes a un lugar. – Esta se levantó e hizo un ademan de salir acompañada de Carlos. El aun no decidía levantarse, la verdad es que todo aquello le parecía una muy mala idea.
-          Ara, no estoy muy seguro de esto. – Ella ni se inmuto ante sus palabras.
-          Ya te dije que es algo muy importante, que no te causara problemas y además, si llegaste hasta aquí es porque te interesa demasiado saber cómo para ahora arrepentirte. Así que, ¿vamos en tu auto o en el mío? – Su suspicacia lo aturdió mas no lo sorprendió. Sea como sea en algún momento llego a conocerla demasiado bien.

Diez minutos después, el joven se hallaba en el asiento de copiloto con Arami conduciendo a su izquierda. No terminaba de descifrar los sentimientos que se acumulaban en su interior al estar en esa situación junto a la que alguna vez pensó era el amor de su vida. La miro de reojo y contemplo esa piel blanca que en tiempo pasado le perteneció, lo mismo que sus rosáceos labios. Le parecía tan lejana y a la vez tan cercana en ese momento. Sin embargo, le resultaba imposible volver a ella pues era cierta pelinegra quien ahora lo había enamorado. Se perdió tanto en sus cavilaciones que no reparo en el hecho de que la joven no pronuncio palabra alguna durante todo el camino. Y el que ella no hablara en tanto rato solo podía significar malos acontecimientos, muy malos acontecimientos.

-          Llegamos. – La tierna voz de la chica lo volvió a la realidad. Observo que se hallaban ante una casa bastante común y corriente, no era grande pero parecía ser cómoda. Luego reparo en el hecho de que la casa estaba ubicada en una elevada montana en el medio de la nada. No parecía haber otras personas viviendo cerca, solo ella. ¿Por qué querría vivir en un lugar como ese? – Llevo dos meses viviendo aquí. – Añadió con una encantadora sonrisa sin darle tiempo de contestar a su ex amante pues en cuestión de segundos ya se había bajado del auto.

Este la siguió con cautela, no entendía porque de repente se sentía tan intimidado ante su presencia. Algo lo empujaba a no tener prisa ante lo que ella le demostraría en minutos. Al entrar, lo primero que noto fue lo acogedor del lugar. La primera habitación que se encontró fue la de la cocina. Esta tenía varios utensilios que no parecían corresponder a las artes culinarias. Había cuchillos que por su tosquedad se asemejaban a herramientas de trabajo, hachas, motosierras, inclusive al fondo de la alacena se encontraba una caja que contenía maquillaje. Y eso que estaba al lado, acaso eran… ¿orejas de conejo? ¿Es que Ara se había vuelto loca?

-          La sorpresa que tengo para ti se encuentra al fondo del patio. Pero antes necesito estar preparada para tan épico momento. – Con una velocidad sorprendente, Arami tomo el maquillaje y se embadurno la cara con él. Solo consistía de pintura blanca y negra, por eso al terminar Carlos pensó que parecía sacada de una banda de black metal de las que el acostumbraba a escuchar. Pero más perturbador fue cuando ella saco aguja e hilo del bolsillo de su corto vestido negro para coser las orejas de conejo a su cabeza. A pesar de la sangre que escurría por su cráneo y se mezclaba con su castaña cabellera, no daba la mínima muestra de dolor. Carlos ya temblaba de miedo ante la surreal escena que presenciaban sus ojos, pero esa apenas sería una muestra de lo que venía a continuación. Entonces tomo un enorme cuchillo antes de hablar:
-          Sígueme.- No hizo falta que dijera más. Corrió hacia la parte trasera de la casa para de ahí salir al patio. Su viejo amante se quedó turbado ante el inesperado acto, pero algo lo impulso a correr tras ella. Algo le decía que tenía que hacerlo, aunque más tarde se arrepintiera de tal decisión. Verse así, corriendo e intentando alcanzar a una chica /conejo le recordó a una escena de su cuento infantil favorito. Pero la diferencia es que él no era Alicia, y definitivamente no se encontraba en el país de las maravillas.

El paisaje era gris por lo que hacía difícil ver bien por donde corría, lo único que no perdía de vista era a Arami. Por abrupto esta se detuvo hasta quedar estática en su sitio. Al alcanzarla, no tardó en darse cuenta de la situación, a pesar de la oscuridad que reinaba en el bosque. Su Alexandra yacía en el húmedo pasto, si es que a esos restos se les podía llamar por el nombre de su ahora difunta novia. Abdomen abierto que mostraba todos los órganos esparcidos, el área genital sangrando y destrozada como muestra de haber sufrido tortura sexual, sus enormes senos cortados de tajo y sustituidos por dos huecos en el área del pecho, y su rostro antes hermoso, níveo y lozano ahora cubierto por múltiples cortes tanto verticales como horizontales. Lo único que todavía conservaba era su mata de cabellos negros, razón por la cual la reconoció. Cerró los ojos por inercia, como tardío intento de quitarse esa horrible imagen de la cabeza. Aun con lo grotesco que aquello podría parecer, se acercó al cuerpo de su amada. La sostuvo entre sus brazos y palpo todas sus heridas para asegurarse de que aquello solo era una broma de mal gusto, pero se encontró con lo contrario. Lloro abrazando lo que todavía quedaba del cuerpo de la mujer a la que amaba tanto. Tan concentrado estaba en su dolor que olvido quien fue la autora del crimen, y el hecho de que apenas se encontraba a unos pasos de el.

-          ¿Lo sientes? – Esa pregunta de parte de su verdugo lo hizo voltear encontrándose a una Arami sonriendo retorcidamente. Su expresión facial tan enfermiza lo traumatizo incluso más que ver el cuerpo mutilado de su novia. - ¿Sientes el dolor? ¿Sientes las ganas de morir de tristeza? ¿Sientes el deseo de torturar a ese ser que tanto te destruyo la vida hasta verlo agonizar entre sus vísceras y sangre? ¡Respóndeme cabron! – Con un rápido movimiento apuñaló su hombro, el acto lo hizo aullar del dolor pero tampoco fue una herida demasiado profunda. – Esto es todo tu culpa. Esto que sientes ahora no es más que un reflejo de lo que me hiciste sentir. Gracias a tus actos fue alguien inocente quien pago con vida tus errores. – Esas palabras las pronunció con pesar, como conectando con su todavía existente lado humano. Sin embargo, en cuestión de segundo volvió a sonreír con sadismo. – Aunque, admito que disfrute violarla con esta arma. – Alzo su cuchillo con orgullo. – Debiste haber escuchado sus gritos. Tu noviecita resulto chillar como actriz porno mientras le destrozaba todo su interior. Ahora entiendo porque la preferiste a ella en vez de a mí. – Soltó mordaz para luego reír con burla ante el descompuesto rostro de Carlos. Pero en segundos la confusión de este pasó a la ira. Sintió una furia tan atroz, un deseo de venganza que solo podía ser callado con sangre. Odio a Arami de una forma que jamás pensó que podría sentir. Creyó que la detestaba el día en que la descubrió con otra persona, motivo por el cual rompió con ella. Jamás imagino que aquello no sería ni la cuarta parte del sentimiento que ahora albergaba su alma. Deseos homicidas lo invadieron, quería hacerle a la castaña lo mismo que esta hizo con su novia fallecida. Apretó los puños antes de estallar en cólera y le dedico unas últimas palabras.
-          ¡Puta desquiciada del carajo! ¡Te haré desear nunca haber nacido! – Apretó su cuello con una mano mientras con la otra golpeaba su rostro una y otra vez A pesar de que el tono de su piel se puso violáceo por la falta de oxígeno y el rostro se le desfiguraba con cada golpe, no se borraba su desquiciada sonrisa. Era ella quien ahora estaba siendo abusada y sin embargo, no parecía ser la víctima. En vez de dar muestras de dolor no disimulaba el placer ante los golpes de su ex lo cual aumentaba la furia de el. Recibió toda clase de vejaciones durante horas, fue violada múltiples veces hasta sangrar. Aquello lo disfruto en demasía, en cambio, en Carlos crecía la repulsión con cada embestida. Pensó que aquella era la forma indicada para humillarla, pero se equivocó. El daño se lo causo a sí mismo al convertirse en un monstruo igual que Arami.

Despertó gritando y lanzando golpes a diestra y siniestra. Nunca se había sentido tan asustado en su vida, tenía el corazón tan acelerado que incluso dolía. La respiración se le calmaba a medida de que caía en cuenta de que se hallaba en su habitación. Con desespero miro a la izquierda encontrándose a Alexandra dormida quien milagrosamente no despertó ante los alaridos de él. Se acercó para asegurarse de que estaba viva, examino la piel de su cuerpo buscando alguna herida pero ella estaba sana y salva. Todo fue una pesadilla, la peor que jamás hubiera tenido. Se levantó dispuesto a prepararse un café para despabilarse. En el momento en que iba a salir le llamo la atención una nota de llamativo color pegada a la pared, justo al lado de la ventana. Lo que leyó en ella lo dejo de piedra, decía así: “Disfruta lo que le queda de tiempo. Lo que viste ni se acerca a lo que le tocara sufrir. Pagaran con ojos, con dientes, y hasta con el alma”. Algo lo impulso a mirar por la ventana y al asomarse su rostro perdió el color. Ahí estaba Arami, quien lo miraba desde el otro lado de la calle. Se veía hermosa con su rostro libre de maquillaje, sin cargar algún arma y sin aquella sonrisa malévola que el vio en su ¿sueño? Pero eso sí, tenía en su cabeza aquellas orejas de conejo que tanto recordaba Carlos. Esta le sostuvo la mirada durante unos segundos para luego salir corriendo y perderse en el alba.

Continuara… 

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